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123. La reunión

Loubna Rochdi

 

Desde un tiempo lejano, nació una leyenda que contaba que en cada año, se reúnen los mayores de todos los olivos del mundo e intercambiaban sus vidas, historias y experiencias y también discutían con mucha preocupación e interés el futuro de los olivares en el mundo y como sobrevivir a todos los cambios bruscos en el mundo, inundaciones, fuegos que queman miles de árboles y la necesidad extrema del ser humano para levantar muros y edificios a coste de la naturaleza.

Como siempre, presidía la reunión el olivo más antiguo del mundo. Tomó la palabra abriendo la reunión y dando la bienvenida a los presentes árboles y felicitarlos por el esfuerzo que hicieron para estar presente, ya que se notó que había muchos olivos ausentes, cosa que era alarmante.

La primera intervención la tuvo el olivo palestino, su voz sonaba cansada y muy pesada, las palabras le salían como si de plomo fueron. Mi historia es la historia de todos los tiempos, se repite desde siglos, desde que me plantaron en un olivar junto a un centenar de olivos jóvenes, hemos recibido siempre un trato muy especial de parte de los dueños, nos cuidaban y se reunían con sus hijos y familiares a mi alrededor, los mayores contaban historias a los pequeños sobre la tierra, el valor de la familia y del olivar y su importancia en sus vidas y les aconsejaba cuidar de mí.

Escuchaba cada noche sus cuentos y sus consejos y con los años empecé a sentirme uno más de esa numerosa familia, les procuraba sombra en sus días de calor, ramas y hojas en sus días de frío y lo más importante aceitunas y aceite para alimentarse y curarse.  Hasta que un día, noté que las reuniones de la familia a mi alrededor eran escasas, y que muchos miembros estaban siempre ausentes, la aldea se sumergió en una atmósfera triste, y los dueños estaban siempre vigilando los olivares y los alrededores de la aldea como si estaban esperando algo que no sabían cuando llegaría.

En una mañana temprano, ese miedo llego acompañado de un gran ruido, eran camiones y un gran trasplantador, venían a arrancar lo olivos y llevárselos para plantarlos al otro lado de un muro gigante que dividía la aldea en dos, se oían gritos de todas partes, todos los habitantes salieron, empezaron a rodear los olivos para protegerlos de ser arrancados, armados con piedras para defenderse, ¿qué harán las piedras frente a maquinas muy grandes? Pero cuando existe la voluntad y la fe de que defender lo suyo es justo, nada es posible. Frente a esta resistencia de los habitantes, las maquinas no tuvieron otra alternativa que retroceder, pero desde ese momento, nunca volvió la tranquilidad y la calma a la aldea, el miedo de que vuelvan otra vez era constante, hasta yo, no sé si voy a poder estar con vosotros la próxima reunión, pero siempre habrá una voz nuestra presente para defender el olivo palestino.

La reunión se sumergió en un largo silencio, nadie se atrevía a tomar la palabra, como si a todos les pareció que lo que iban a contar no tenía valor comparado con lo que acaban de escuchar. De repente, el olivo que precedía la reunión, alzo la voz preguntando quien quería tomar la palabra, un olivo alzó la mano y empezó a hablar.

El olivar era alegre y sonriente y lleno de vida. Sé que todos os preguntáis a que viene esta felicidad que se me nota, pues vengo añadir un poco de entusiasmo a esta reunión. Sí, es cierto, hasta muy poco, yo era un olivo solitario, yacía en un pueblo de Teruel que poco a poco fue perdiendo sus habitantes y sus animales. Por falta de recursos, los jóvenes tuvieron que emigrar a la ciudad, dejaron a los padres, que luego ellos también tuvieron que seguirles. Nos quedamos, los olivos, pálidos y deprimidos por falta de cuidado, mis hojas empezaron a caer y me sentía muy cansado día tras día en un pueblo donde reinaba el silencio.

En una mañana sin preaviso, ese silencio se rompió, y noté que en algunas casas había luz y movimiento, mi curiosidad fue servida al poco tiempo , cuando vi acercarse una pareja  de ancianos, un hombre y su mujer, se sentaron apoyándose en mí un rato y empezaron a recordar su juventud y los momentos en lo que se sentaban junto a mí y lo mucho que echaban de menos la vida tranquila que tenían antes de dejar el pueblo, y ahora han tenido que dejar la ciudad huyendo de una pandemia buscando refugio y aire limpio.

Pasaron unos días y fueron llegando más gente, familiares, hijos y nietos, también los antiguos habitantes del pueblo estaban volviendo a sus raíces, y desde ese momento, volvió la vida al pueblo y se plantaron más olivos, tuvieron una cosecha muy excelente este año y nunca volvieron a la ciudad jamás y el pueblo nunca volvió a ser abandonado.

El olivo jiennense fue quien obtuvo la palabra al siguiente, yo no vengo a hablar de mí, sino de la gente de mi pueblo que a causa de  estos tiempos difíciles de pandemia, perdieron una gran parte de sus recursos al tener que cerrar su proyecto de oleoturismo que era una fuente económica muy importante. En  casi todos los pueblos de Jaén,  que es una provincia muy conocida por la producción de aceite de oliva con una calidad suprema, existen muchas cooperativas , que aparte de lo anterior, que es su principal actividad, también fomentan el oleoturismo,  que consiste a hacer conocer a los visitantes las funciones de una cooperativa y las etapas del proceso de extracción del aceite de oliva y  sus variedades visitando “ almazaras” y también como se curan las aceitunas para quitarles su amargura y las diferentes maneras de aliñarlos. Y por supuesto poder probar esos diversos aliños y tipos de aceites de oliva extraídos, también existen puestos de venta dentro de las cooperativas de productos naturales como el jabón aromatizado y las yerbas medicinales.

El oleoturismo, como la palabra turismo lo indica, consiste en visitar olivares que pueden contener olivos centenarios como el olivo de las quebradas conocido con el nombre de la estaca grande, el olivar del llano de Motril que es un bosque en el que algunos olivos tienen más de 500 años de antigüedad, como el olivo de Fuente Buena que está inscrito en el libro de Guinnes por su gran tamaño.

Y por falta de oleoturismo se  afectó también el sector de hostelería, muchos restaurantes, hoteles y alberges tuvieron que cerrar sus puertas, ya no se celebran fiestas ni ferias.

Pero últimamente, las cosas se fueron mejorando al focalizar el oleoturismo solo en actividades en el aire libre o disminuir el nombre de personas en las visitas de cooperativas o “almazaras”, y yo como olivo, me alegra ver la gente de mi pueblo alegre y también recibir a visitantes nuevos.

El olivo marroquí fue el último en pedir la palabra, estaba durante toda la reunión escuchando atentamente las historias y experiencias de los otros olivos, y dudando si su historia valía la pena ser contada, no quería añadir más tristeza ni pesimismo, ya que la mayoría de las historias eran tristes salvo la del olivar jiennense, quien le animo a contar la suya.

Mi historia sucede, dijo el olivar marroquí, en un pueblo del sur, donde las costumbres y las leyes eran muy estrictas y nadie se atrevía a oponerse o discutirlas, y quien lo hacía era castigado o repudiado fuera del pueblo. Había en el pueblo una chica que pertenece a una familia muy humilde, según las costumbres, cuando las chicas alcanzaban una cierta edad, las madres ya no tenían más preocupación que encontrar un buen marido a sus hijas y mejor si es de una buena familia que les supera económicamente para que sus vidas mejoren un poco.

La chica era muy guapa y le salían muchos pretendientes, pero su padre los rechazaba todos, porque pensaba que su hija, y por supuesto él también, merecían relacionarse con una de las familias ricas del pueblo.  Hasta que un día , estaba la chica de vuelta a casa después de estar paseando con sus amigas en la orilla del río, cuando se encontró con un jinete, era un hombre apuesto, vestía  con ropa bordada con oro , la chica supuso que era uno de los ricos del pueblo, el jinete , aun montado en su caballo, le ordenó  que bajara al río para traerle agua, la chica se disculpó rechazando su pedido con el pretexto que su padre le prohibía acercarse al río por miedo a caerse ya que no sabía nadar, siguió la chica en su camino dejando al jinete  detrás, este dio un golpe brusco a su caballo que  alzó de repente las orejas, sacudió las crines y lanzó  un relincho y se disparó al galope detrás de la chica, alcanzándola, el jinete se bajó y le cortó el paso diciendo: ¿Quién te crees para rechazar un pedido de tu señor? la chica respondió : “yo no soy tu sirvienta , tampoco tu mi señor, yo soy una chica libre”   lo dejó de pie y apretó el paso ansiosa de llegar a su casa, al mismo tiempo, el jinete se quedó incrédulo, no esperaba esa respuesta sino una disculpa de parte de la chica. Al mismo instante, había algunos niños jugando y presenciaron la escena, los llamó el señor y les preguntó por la identidad de la chica y donde vive, los niños le informaron de todo cuanto sabían sobre ella y cada uno  se fue corriendo a su casa a contarle lo que pasó a su familia, dentro de poco tiempo, todo el pueblo se enteró de la noticia y también la identidad del jinete, era el hijo del jefe del pueblo, esa noticia , introdujo mucho miedo y pánico en la casa y el padre de la chica, ya que el jefe del pueblo era una persona sin piedad y todo el pueblo le temía, así que le prohíbo salir de casa.

Pasaron los días y nada pasó, y el incidente se fue olvidando, y la chica volvió a salir, iba todos los días a verme y sentarse en mi regazo, era yo el olivo, su baúl de historias y confidente.

Hasta que un día, un mensajero llegó a su casa preguntando por su padre, traía muchos baúles que. al introducirlos dentro de la casa, ya no había manera de moverse. Eran regalos del jinete para la chica, también le entregaron a su padre una carta reclamándole reunirse con el jefe del pueblo esa tarde. El padre pensó que era su fin, pero tenía que ir, fue caminando hacia el castillo con pies de plomo, al llegar lo anunciaron y se presentó ante el jefe, que lo miró de arriba abajo con desprecio y desvió la mirada hacia su hijo que estaba a su lado, este movió su cabeza confirmando. El jefe volvió a mirar al hombre y le dijo con tono posesivo señalando a su hijo: “Mi hijo me dijo que tienes una hija muy guapa, aunque un poco insolente, en fin, la quiero como esposa para mi hijo, así que te doy tres días para prepararla con lo que les hemos enviado y traerla al castillo”. El padre se quedó incrédulo, la oportunidad de ser uno de los ricos y dejar la pobreza le estaba llegando, movió su cabeza asentando y salió corriendo a darla la buena noticia a su hija.

Al anunciar la noticia, toda la familia se puso muy contenta salvo la chica, sabía muy bien que era la intención del jinete, quería comprarla con su dinero y luego humillarla, así que rechazó esa petición, para sus padres, era una insensata, quien rechazaría una oportunidad de vivir en el castillo y tener una vida lujosa, y como le dirán al jefe que su hija ha rechazado a su hijo.

Sus padres pasaron dos días intentando a veces convencerla de que era una oportunidad única para sacarles de la miseria, y otras amenazándola y metiéndole miedo de que si no acepta casarse, serán echados fuera del pueblo. En el tercer día, la chica, con todas esas presiones, logró escaparse de casa y se refugió en el olivar, vino a sentarse en mi regazo apoyando su cabeza y espalda en mí, lloraba y estaba confusa, no supo que tenía que hacer, tenía mucho miedo que le pasara algo a su familia por su culpa. Al estar llorando mucho se sentía muy cansada y se quedó dormida.

Al notar su ausencia, sus padres salieron a buscarla, la noticia no tardó en llegar a los oídos del jefe y su hijo que se juntó a ellos en su búsqueda, la encontraron dormida en el olivar, la chica se despertó bruscamente y se asustó al ver la multitud de gente que la estaba mirando,  se puso de pie,  intentó razonar con el jinete de que ella no quería casarse con él, pero no quiso escucharla y la tiró de la mano con fuerza para llevársela, ella logró soltarse y se agarró a mí, frente a esta escena presenciada  por todo el pueblo, el jinete  sintió  su orgullo por el  suelo y ordenó con mucho enfado a sus guardias que la ataran a mí, y que nadie le diera de beber o comer, y así fue, la ataron a mí y nadie se atrevía   a acercarse ni de lejos al olivar por temor al enfado del jefe.

Trascurrieron muchos días, la chica empezó a perder fuerzas y sentirse débil y muy pálida, yo no podía ayudar, salvo mover mis ramas para procurarle sombra en días muy calurosos y sacudirme de vez en cuanto para dejar caer aceitunas, aunque eran amargas, pero mejor que nada.

La chica no pudo aguantar mucho y amaneció un día sin vida. El jefe al enterarse, ordeno que la enterraran a mi lado, y desde ese día, cada vez que alguien ajeno al pueblo visitaba el olivar, le contaban su historia.

Volvió a reinar el silencio en la reunión, hasta que el olivo más antiguo del mundo alzó la voz. Veo que este año no fue fácil para muchos de vosotros, agradezco su presencia y admiro el valor de contar y compartir vuestras historias, espero que el año que viene haya más olivos presentes y que los tiempos mejoren. No quería despedirme con más tristeza, pero acabo de enterarme que nuestros amigos los plataneros, están sufriendo graves pérdidas a causa de la erupción de un volcán en la isla de palma. Así, como dije antes, espero que los próximos tiempos sean mejores.

 

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